Pese a las obligaciones de servicio de las gasolineras, su afán recaudatorio ha llegado hasta las bombas de inflado. Cada vez son más las estaciones que instalan máquinas de pago para el inflado de ruedas. Una práctica que ha venido para quedarse a costa de nuestros bolsillos.
Uno de los mantras que todos los conductores tenemos en nuestra cabeza es la necesidad de revisar la presión de nuestros neumáticos al menos una vez al mes. Algo que no siempre es fácil, dado que requiere pasar por una gasolinera, que la bomba de aire funcione y que este en buen estado, revisar el aire y volver a casa. Así que a menos que tengamos un compresor de aire en casa no hablamos de un proceso fácil de ejecutar.
Por si fuera poco, cada vez son más las gasolineras que se han sumado a una lamentable moda como es la de cambiar los manómetros y las bombas de aire de siempre por unas máquinas con las que medir la presión de nuestros neumáticos… previo pago. Una situación que es un abuso por parte de estas empresas y que desincentiva que los usuarios circulen con la presión correcta en sus neumáticos.
Las máquinas de la discordia
Estas máquinas empezaron a aparecer hace unos cinco años y, desde entonces, han proliferado por todas las estaciones de servicio de las grandes petroleras. Estas máquinas ofrecen aire, agua y, en algunos casos, ambientador, al precio de un euro por cada cinco minutos de uso. Un tiempo bastante reducido considerando que entre quitar válvulas, colocar el manómetro, que encaje, el inflado y la verificación del aire se nos pueden ir 10 minutos tranquilamente.
Pero el problema es aún peor cuando nos enfrentamos en persona a la máquina. Y es que son muchos los usuarios que comentan que la velocidad de inflado de estas máquinas es lenta. En general, en una bomba de aire convencional basta pulsar apenas unos segundos añadiré el poco aire que le pueda faltar a la rueda, mientras que inflar una rueda vacía no nos lleva más de unos 30 segundos. Sin embargo, con estas máquinas los tiempos de espera para el inflado “casualmente” se incrementan, al usar bombas con una menor capacidad de salida. Algo que obliga al usuario a tener que gastar más dinero en caso de quiera completar la operación de inflado de los neumáticos correctamente.
Por si fuera poco, el diseño de las máquinas tampoco es de los más cómodos en lo que al uso se refiere. En general, los modelos tradicionales usan bombas mecánicas, sencillas y fiables, mientras que estos modelos emplean sistemas electrónicos cuya confiabilidad es dudosa. Algo que nos lleva a otro problema que si es frecuente: el mantenimiento.
Mantenimiento aún más deficiente
Todos hemos pasado por la experiencia de tener que visitar varias gasolineras con una rueda floja hasta que hemos dado con una que disponía de una bomba de inflado en condiciones. La total carencia de mantenimiento de estas bombas, unido a un uso considerable de las mismas, solía causar que el estado general de bombas y manómetros fuera deficiente. Un problema que, conociendo a las gasolineras, seguramente se repita con estos equipos.
Sin embargo, aquí sí hay una responsabilidad más directa por parte de las empresas. Si yo he pagado por el uso de un servicio, como ocurre con estas bombas, la empresa está obligada a prestarme el mismo en las mejores condiciones. Por tanto, esas máquinas deberían tener el correspondiente control metrológico conforme a la ley, así como disponer de todos los elementos en perfecto estado para su uso. Algo que, por la experiencia que estamos viendo, sabemos que no va a ocurrir, a menos que haya sanciones por parte de las administraciones. Administraciones que, por ahora, ni están ni se las espera.
Las consecuencias
Las consecuencias de este nuevo abuso son evidentes. Si ya de por si nos costaba trabajo mirar la presión de nuestros neumáticos, ahora que hay que pagar el aire seguramente nos cueste aún más. Además, nos encontraremos situaciones en las que por no tener un euro suelto y porque no nos quieran cobrar con tarjeta tengamos que irnos de una gasolinera sin mirar el aire.
Todo ello en un país en el que buena parte de los conductores circulan con una presión inadecuada en sus neumáticos. Por eso sorprende que, pese a que la DGT insiste con frecuencia en que tengamos los neumáticos bien revisados casualmente no facilite esa tarea con una legislación adecuada, que obligue a las gasolineras a ofrecer este tipo de servicios de forma gratuita y no a convertirlos en una nueva fuente de ingresos.
Lo peor de todo es que la legislación actual permite a las gasolineras cometer este tipo de abusos. Algo a lo que apelan, la legalidad, cuando se les plantea lo poco ético de esta medida. Por eso sorprende que desde las administraciones no se hayan tomado todavía medidas encaminadas a impedir la instalación de estas máquinas, aunque sea en nombre de la seguridad vial con la que tanto se llenan la boca.
Las alternativas
Llegados a este punto solo nos quedan tres opciones. Una de ellas es la obvia: pasar por el aro. Llevar siempre un euro a mano y hacernos a la idea de que nos van a cobrar por algo tan simple como revisar el aire de nuestros neumáticos. La segunda opción es de la buscar gasolineras independientes o aquellas de grandes compañías que todavía no hayan implantado estas máquinas de pago y sigan ofreciendo el aire de forma gratuita.
La tercera opción es añadir a nuestra compra de los mejores neumáticos (Puedes encontrar aquí algunas opciones de compra) para nuestro coche un compresor portátil. Estos pequeños compresores se conectan directamente al encendedor del coche y permiten inflar las ruedas en cualquier parte, de modo que no vamos a depender ni de máquinas ni de tener una gasolinera cerca. Además, no son mucho más lentos que las nuevas máquinas de las que hemos venido hablando, con la ventaja de ser un equipo usado y controlado por nosotros. En cuanto a su coste, hay compresores de aire de calidad desde unos 30 euros.