Los neumáticos son piezas imprescindibles para que los turismos, camiones y demás vehículos circulen. Sin embargo, cuando estos neumáticos dejan de usarse se convierten en un problema medioambiental. Por suerte, actualmente son muchas las opciones con las que aprovechar esos neumáticos y evitar la contaminación que generan.
Los neumáticos fuera de uso son un problema para toda la sociedad. El consumo de estos recambios de automóviles es considerablemente elevado, especialmente en vehículos como los camiones, autobuses y otros vehículos de servicio público, que requieren de cambios frecuentes. Estos cambios, unidos a los que hacemos los usuarios de turismos, suman en total cerca de 300.000 toneladas de neumáticos usados al año, que deben reciclarse y tratarse adecuadamente para que no se conviertan en un problema medioambiental. Sobre todo porque no son pocos los usuarios a los que solo les importa comprar los mejores neumáticos para coche, sin preocuparse por lo que le pase a sus neumáticos viejos.
El sistema Signus
A fin de reciclar los neumáticos fuera de uso, en España se ha establecido lo que se denomina un sistema integral de gestión. Este sistema se llama Signus y es el responsable de recoger y garantizar el adecuado tratamiento de esos neumáticos fuera de uso de forma ecológicamente responsable. Una tarea que no es altruista, sino que financiamos todos a la hora de comprar neumáticos nuevos a través de una tasa, que sirve para cubrir los gastos del sistema. Como referencia, cada nuevo neumático de turismo paga una tasa de 1,18 euros mientras que uno de camión paga 8,80 euros.
A cambio de esa tasa, este gestor se encarga de la recogida y tratamiento de esos neumáticos fuera de uso. Un proceso que se paga tanto con las tasas ya mencionadas como con la venta de aquellos subproductos que se obtienen del proceso de reciclado de neumáticos. Un aspecto en el que la tecnología sigue avanzando, a fin de lograr mejores resultados y aprovechamientos. La buena noticia es que el coste de dichas tasas lleva bajando un par de años, lo que demuestra que el sistema cada vez funciona mejor, tanto en su capacidad de recogida como en los aprovechamientos posteriores que obtiene de los subproductos que genera.
Para qué sirven los neumáticos usados
Como prueba de la creciente polivalencia de este proceso de reciclaje de neumáticos podemos hablar de dos fases diferentes. Una de ellas es la reutilización del producto usado. En este proceso se limpian y valoran los neumáticos que, por sus características, puedan seguir en uso. Esto genera un mercado de ocasión para aquellos neumáticos a los que aún les queda vida útil así como la generación de bases para neumáticos recauchutados. Este proceso recupera la carcasa del neumático, previamente tratada, a la que añade una nueva banda de rodadura para fabricar un neumático nuevo, aunque empleando solo el 25% de los recursos que necesitaría el proceso tradicional.
Respecto de aquellos neumáticos que ya no puedan aprovecharse, los mismos se trasladan a plantas de transformación en las que se separan sus principales componentes (acero, caucho y fibras textiles) para proceder a su utilización posterior.
El activo que tiene una mayor polivalencia en esta mezcla es el caucho, que puede utilizarse para diversas aplicaciones. Entre ellas tenemos la creación de planchas de este material, que pueden encontrarse en parques infantiles y otras instalaciones. Un material similar al que se utiliza para la fabricación de pistas deportivas, la construcción de campos de césped artificial o pistas ecuestres, entre otros usos. Y por si fuera poco, este material también sirve para revestir tejados o para fabricar otros productos como zapatillas.
Otra aplicación habitual del caucho usado está en el sector de la construcción. Este caucho puede utilizarse en el asfaltado de calles y carreteras, reduciendo así la necesidad de recurrir al alquitrán y mejorando las propiedades del acabado final, lo que redunda en un ahorro en costes de mantenimiento. Algo parecido pasa con sus aplicaciones como pantalla acústica, para reducir el ruido, o bien para su empleo en tareas de distribución de agua, en las que los neumáticos sirven como revestimiento para balsas. También son útiles para crear guardarailes más seguros para los motoristas o incluso para fabricar piezas directamente en caucho, que antes se fabricarían con otros materiales más contaminantes.
Finalmente, es necesario hablar de energía. Los neumáticos fuera de uso pueden emplearse como combustible sustitutivo de otros combustibles fósiles como el carbón o el petróleo. En estos usos, se emplean esos restos de neumático para obtener energía eléctrica sin necesidad de realizar grandes cambios en las plantas productos. Además, este sistema genera unos humos menos nocivos que los de dichos combustibles fósiles así como una menor cantidad de residuos finales relacionados con dicha combustión.
Queda mucho por hacer
Por desgracia, a pesar de todas estas buenas ideas, muchos de esos neumáticos acaban en vertederos sin control y convertidos en un problema medioambiental e incluso de seguridad. Como prueba de ello baste recordar el incendio del que por entonces era el mayor almacén de neumáticos usados de Europa, situado en Seseña, entre Madrid y Toledo. Este almacén ilegal acumulaba cerca de 100.000 toneladas de neumáticos fuera de uso de los que ardieron unas 88.000 toneladas durante los 24 días que duró el incendio, con el consiguiente riesgo de seguridad para los residentes y un gravísimo perjuicio al medio ambiente.
Algo que puede repetirse en alguno de los muchos depósitos de neumáticos fuera de uso que se realizan en cualquier parte y sin control alguno. Basta pasar por las inmediaciones de algunos polígonos industriales, por las afueras de las ciudades o incluso echar un vistazo en los acantilados de playas, en bosques y campos para encontrar depósitos de estos neumáticos.
Y es que no son pocos los talleres y profesionales que operan fuera del circuito Signus que hemos mencionado, pese a ser obligatorio. Esto genera una cantidad considerable de neumáticos ilegales, en lo que a su tratamiento posterior se refiere, que acaban tirados en cualquier parte. Un problema que deja a las claras la necesidad de un mayor control y firmeza por parte de las administraciones a la hora de tratar estos problemas medioambientales y de castigar a sus responsables.