Dentro de la evolución actual del automóvil, el embrague también ha cambiado frente a lo que era. La prueba la tenemos en los modernos embragues bimasa, que ofrecen un mejor rendimiento del motor, aunque con ciertos inconvenientes.
A pesar de que el automóvil nació a finales del siglo XIX, el embrague ha sido una de las piezas clave, estando presente en el primer vehículo fabricado por Daimler nada menos que en 1889. Una pieza clave que ayuda a mejorar el rendimiento de los motores y las cajas de cambio, reduciendo la fricción entre estas piezas a la hora de circular. Obviamente, desde aquellos tiempos hasta hoy, el embrague ha cambiado mucho. La prueba la tenemos en los modernos embragues bimasa, que cambian el planteamiento básico de este producto y ofrecen al conductor un diseño más eficiente a la hora de ejecutar esa transferencia de energía entre los diferentes elementos del vehículo.
Qué es un embrague bimasa
A diferencia de los embragues tradicionales, basados en el amplio momento de inercia de la pieza y que sirven de mero nexo conector entre elementos, los embragues bimasa añaden un segundo disco al sistema. Este disco tiene la ventaja de aislar por completo las diferentes zonas en movimiento durante la marcha del vehículo, el cigüeñal y el eje de transmisión, pero con un sistema de funcionamiento sincronizado. Algo que establece una considerable diferencia frente al sistema de los embragues convencionales.
Este sistema tiene una ventaja fundamental, que es la de absorber las divergencias y vibraciones procedentes de las dos fuentes de desplazamiento existentes que ya hemos mencionado. Es importante saber que el equilibrado del motor y su funcionamiento sincrónico es algo prácticamente imposible, salvo en algunas fases de funcionamiento de los motores V12. Por tanto, siempre hay una transferencia de vibraciones y deslizamiento a la hora de realizar el embrague. Unos problemas que desaparecen con este embrague bimasa, dado que el ajuste lo sufre por completo el embrague y no el resto de componentes del motor.
Por tanto, el montaje de un embrague bimasa, frente a un embrague convencional, tiene la ventaja de ajustar el rendimiento, de sincronizar los niveles de giro de ambos elementos y también de reducir la energía total. Algo que impide el deterioro de las piezas en contacto y compensa mejor las fluctuaciones y vibraciones del motor, afectando también de forma positiva al rendimiento del vehículo por esa menor pérdida de energía de empuje.
Dónde encontramos un embrague bimasa
Este tipo de embragues son relativamente recientes en el mercado de turismos, aunque los primeros modelos surgieron en vehículos industriales ligeros allá por 1987. Unos vehículos cuya carga de potencia era considerable y que se beneficiaban de un menor mantenimiento y una mayor durabilidad, gracias a los efectos positivos de este tipo de embragues.
Sin embargo, hoy día es habitual encontrar este tipo de embragues bimasa en vehículos de turismo de alto nivel y de gran potencia, que son los que más se benefician de los efectos positivos de este sistema. Hablamos de motores con gran potencia, amplias cilindradas y unos exigentes niveles de funcionamiento, en los que el uso de los embragues bimasa tiene la ventaja de reducir las tensiones durante el funcionamiento del motor, al tiempo que cuida mejor del resto de elementos del vehículo.
Los problemas de los embragues bimasa
A pesar de todo lo que hemos comentado, los embragues bimasa también tienen algunos inconvenientes para los usuarios, especialmente en los modelos de mayor antigüedad. Entre estos problemas se encuentra el desgaste propio de la pieza, que es más acusado que en los embragues más tradicionales, aunque la durabilidad teórica del producto viene siendo de unos 150.000 kilómetros aproximadamente, según comentan los fabricantes.
Este desgaste es especialmente intenso en caso de que no cuidemos adecuadamente el embrague o bien que caigamos en alguno de los malos hábitos que reducen la vida del embrague. Entre ellos, tenemos el mantener el pedal pisado de forma continua, no pisarlo adecuadamente a la hora de cambiar las marchas o bien apoyarnos sobre la palanca, por citar algunos casos. También el mal uso de la caja de cambios, en lo que a la revoluciones a las que se cambia se refiere, puede ser otro elemento que acabe por deteriorar este tipo de embragues de forma prematura.
Estos problemas se reflejan de diferente manera sobre el comportamiento de nuestro vehículo. En los casos más leves es posible que se produzcan diferentes ruidos de roce o similares cuando tenemos el vehículo en punto muerto o pisando el embrague. En los casos más graves, es posible que notemos vibraciones en el pedal de embrague, el cambio o incluso el asiento, que reflejan una mala conexión entre los elementos del embrague.
Un cambio reversible
El precio de un embrague bimasa es de 700 a 1.000 euros aproximadamente, lo que hace que nos tengamos que pensar un par de veces si realmente merece la pena apostar por un modelo bimasa a la hora de buscar el mejor embrague para nuestro coche. Una realidad de la que también son conscientes los fabricantes de embragues, que ofrecen una alternativa interesante al usuario.
Esta solución es un kit de embrague, con el que podemos convertir un vehículo con un embrague bimasa en otro con un embrague convencional. Estos kits contienen todos los elementos necesarios para proceder al cambio completo del embrague, en un diseño que ya viene debidamente rectificado para que no tengas problemas con el montaje ni tampoco sea necesario reajustar los demás elementos del motor a la hora de circular.
Algo que tiene la ventaja de ser más económico en lo que al cambio se refiere, aunque también tiene sus inconvenientes, como un mayor consumo de combustible. Este consumo se incrementa al tener que rodar a regímenes de giro más elevados, lo que también causa dificultades en el motor a la hora de rodar en las partes más bajas del régimen de giro. Así que tendremos que reflexionar y evaluar todos estos aspectos a la hora de optar por hacer el cambio.