El embrague es una de las piezas de nuestro motor que menos mantenimiento requiere, siempre que se trate con cuidado. Algo fundamental, considerando la cantidad de dinero que puede costarnos tener que cambiar el embrague de nuestro coche
Cuando se trata de nuestro vehículo, muchas veces tenemos la tendencia de no cuidar o no tratar bien aquellos elementos que no vemos. A diferencia de los neumáticos, los faros o los líquidos del motor, que podemos controlar de forma sencilla y visual, existen otros elementos que tendemos a dejar de lado y a pensar que no nos van a dar problemas. Entre ellos se encuentra el embrague.
Este embrague, pese a la poca importancia que le damos, es la pieza responsable de transferir la energía desde el cigüeñal del motor al eje de transmisión de nuestro vehículo. Un fallo catastrófico de ese embrague puede dejarnos tirados en carretera, dañar otros elementos del motor y suponernos una factura de varios cientos de euros, que puede ser mucho más si hablamos de un embrague bimasa.
Por suerte, para que no tengamos que buscar el mejor embrague para nuestro coche antes de tiempo, siempre tenemos la opción de saber la forma de alargar la vida de ese embrague y de adoptar unos hábitos que alarguen su vida útil. Costumbres fáciles de implantar en tu conducción diaria y que tu coche te agradecerá.
#1 Pisa a fondo
Lo primero que debes hacer para que tu embrague funcione mejor por más tiempo es pisar siempre el pedal a fondo. El sistema de activación del embrague, salvo en los vehículos con cambio automático, es íntegramente manual, de modo que solo se activa cuando pisamos el pedal. Si no lo pisamos del todo vamos a volcar sobre el embrague un sufrimiento innecesario que, sin duda, tendrá consecuencias en su vida útil, al generar un desgaste innecesario. Algo que, a la larga, será un problema y puede traducirse en una avería prematura del embrague y del resto de elementos presentes en el sistema.
#2 Dale su tiempo
Tan importante como pisar el embrague a fondo es pisarlo con su ritmo adecuado. No se trata de hacer ahora del cambio del embrague una disciplina similar a la ceremonia del té, pero tampoco podemos ir dándole pisotones de golpe. Dependiendo del tipo de vehículo, el embrague tiene un tiempo de pisado para facilitar su acoplamiento y desacoplamiento, que conviene respetar.
Si pisamos demasiado despacio tenemos muchas papeletas de que la marcha entre rascando cuando embraguemos, mientras que si lo hacemos demasiado rápido seguramente desgastemos todos los elementos presentes en ese sistema de transmisión. Así que siempre deberíamos realizar los cambios de manera calmada y sosegada, a menos que sea estrictamente necesario para evitar un accidente, claro.
#3 Cada cosa en su sitio
Entre las malas costumbres que muchos conductores tenemos hay algunas que afectan gravemente al estado del embrague y la caja de cambios. Hablamos de la manía que supone llevar el pie apoyado siempre sobre el pedal del embrague, así como la costumbre de usar la palanca de cambio como si fuera el apoyabrazos. Estas dos malas costumbres provocan holguras en los diferentes componentes implicados en el sistema de cambio, de modo que siempre deben evitarse.
Para colocar el pie tenemos un precioso reposapiés situado a la izquierda del embrague, mientras que si queremos apoyar la mano siempre podemos montar un reposabrazos en el asiento o recurrir a cualquier otra solución que impida este desgaste claramente evitable de los diferentes elementos implicados en la transmisión.
#4 Usa el punto muerto
La posición de punto muerto o neutral de nuestra caja de cambios existe por algo. Es la que debemos utilizar siempre que el vehículo no se esté moviendo y no esté previsto que empiece a moverse en apenas unos segundos. Cuando la caja de cambios se encuentra en esta posición todos los elementos del embrague se encuentran desconectados, de modo que no hay transferencia alguna de energía entre el motor, el embrague y el eje de transmisión.
Esta posición es ideal para momentos como el arranque del vehículo, esperar en un atasco o en un semáforo, o cuando tengamos que dejar el coche detenido. Este último caso solo tiene la excepción de cuando tengamos que aparcar en lugares con fuertes pendientes, que por seguridad nos obliguen a dejar el embrague con una marcha puesta.
El uso del punto muerto es todavía más importante en los vehículos con tecnología Start and Stop, dado que si la caja de cambios queda engranada y con una marcha metida entonces el sistema no se activa. Es necesario dejar el embrague pisado y la caja en punto muerto para que el motor se detenga.
#5 Escucha a tu embrague
Por sus características, el embrague es una de esas piezas que, cuando empieza a fallar, nos lo hace saber. Para ello tiene diversas formas de hacerlo. Una de ellas es mediante el olfato. Cuando el embrague empieza a fallar, o está trabajando por encima de sus posibilidades, es muy probable que notemos un fuerte olor a quemado, que nos indica que conviene relajar la marcha o, si el olor persiste, revisar el embrague y verificar su estado.
También lo notamos en el tacto, dado que cuando el embrague falla este suele endurecerse. En tal caso es necesario de nuevo revisar todo el sistema en busca de problemas. Algo parecido ocurre cuando, pese a dejar el embrague totalmente pisado, notamos como el coche sigue avanzando o el motor sigue engranado. Es una de las señales más claras de que el embrague no está en buen estado y requiere de atención.
En todos estos casos es clave actuar rápido, dado que si no lo hacemos podemos agravar la avería, incrementar su coste e incluso dañar otros elementos del motor, más allá del propio embrague. Algo que podemos evitar si le hacemos caso a nuestro embrague “cuando empiece a quejarse”.