Mantener el motor de tu coche a su temperatura es clave, tanto por seguridad como para alargar su vida útil. Pero cuando el calor aprieta, a veces hay que buscar algunos trucos para que el calor no haga de las suyas.
Si llevas muchos años conduciendo, es muy probable que ya conozcas los efectos de un sobrecalentamiento en el motor de tu coche. Algo que se debe, principalmente, a los sistemas arcaicos de refrigeración que los coches más antiguos tenían, así como a la posibilidad de que estos se averiasen en ruta, generando esa famosa nube de vapor que suele acompañar a un termómetro disparado. De todos modos, pese a lo que ha mejorado la tecnología, el calor sigue siendo un problema para nuestro motor. Más aún en un país como España en el que no es raro que las temperaturas superen los 40 grados. Por eso, tener algunos trucos en la manga para que ese calor abrasante no haga de las suyas en el motor de nuestro vehículo no es una mala idea.
1. Controla el anticongelante
Aunque su nombre nos recuerde a frío, lo cierto es que el anticongelante es apto tanto para ser utilizado en condiciones de frío como de calor extremo. De hecho, este líquido también absorbe el exceso de calor del motor del vehículo y se acaba licuando, después de convertirse en vapor, a fin de reducir la temperatura del coche. Por eso, además de buscar el mejor anticongelante (En este enlace puedes encontrar algunas opciones de compra), conforme a nuestras necesidades, también es clave que el nivel de este líquido vital para el motor esté siempre controlado.
Ese control se realiza visualmente sobre el depósito situado en el motor, siendo muy importante que ese nivel sea el correcto. Lo mejor es llenar el depósito cerca de la marca F, de Full (lleno), de modo que el motor disponga de más líquido para refrigerarse. También conviene revisar el líquido con frecuencia si haces muchos kilómetros en verano, siendo recomendable hacerlo cada dos semanas, más o menos. Esta revisión siempre debe hacerse en frío, para no obtener falsas lecturas en el proceso.
2. Sustituye el anticongelante cuando sea necesario
Aunque mucha gente no lo hace, al igual que pasa con el aceite, también es necesario cambiar todo el anticongelante de nuestro motor de vez en cuando. Este líquido tiene una cierta vida útil, en la que da su mejor resultado. Cuando esta vida útil concluye, el anticongelante empieza a perder sus propiedades y a evacuar peor el calor. En general, no existe un plazo determinado para realizar este cambio, más allá del que los propios fabricantes de los refrigerantes o de los vehículos ofrecen. Lo que sí conviene es que no pasemos más de cinco años sin cambiar el líquido, procediendo también a su sustitución cuando veamos que pierde su color original o que empieza a presentar restos de otros fluidos o exceso de suciedad.
3. Limpia el radiador
El radiador es una de las piezas clave en la refrigeración de nuestro vehículo. Aquí es donde se transmite buena parte del calor al líquido refrigerante pero también donde este se enfría, principalmente por la exposición al aire ambiental durante el rodaje, así como por el efecto del ventilador que se incluye en su parte trasera.
Un radiador limpio siempre hará su trabajo de una manera más eficiente, por lo que eliminar los restos de suciedad, los insectos y demás elementos que pueda tener en su superficie es otra ayuda para reducir la temperatura de funcionamiento del vehículo. Un proceso en el que podemos confiar en las pistolas de aire o agua, siempre usadas de forma suave para no romper nada, o incluso en un trapo o similar si la ubicación del radiador y el espacio disponible lo permiten.
4. Cambia el aceite
En general, el aceite de motor que nos suele recomendar el fabricante suele ser el más adecuado para nuestro vehículo. Sin embargo, en zonas muy cálidas, este aceite puede ser demasiado fluido y afectar a la forma en que refrigera y se lubrica el motor. Es lo que pasa con los aceites 5W30, cuya temperatura máxima de funcionamiento ronda los 30 grados. En entornos muy cálidos, este aceite puede perderse con más rapidez de la habitual, de modo que no lubrique bien y tampoco refrigere el calor como debe.
Así que si conduces habitualmente en zonas muy cálidas quizá te interese, con previa consulta con el fabricante o con tu mecánico de confianza, dar un paso a un aceite ligeramente más denso, que refrigere mejor y que mantenga mejor la estabilidad de la capa lubricante a la hora de rodar.
5. Conduce con cabeza
Un aspecto muy importante para que el motor no se sobrecaliente más de lo necesario en verano es conducir de manera consciente. Este modo de conducción se acerca al llamado modo inteligente o a la conducción económica que nos enseñaron en la autoescuela. Un procedimiento en el que circularemos siempre en las marchas más largas que nos sea posible, sin abusar en exceso de las revoluciones del motor.
Pensemos que cuanto más rápido gira el motor, en cuanto a revoluciones se refiere, mayor es la cantidad de calor generada y mayor también el esfuerzo necesario para su refrigeración. Así que no tiene sentido circular en cuarta a un régimen de giro elevado, cuando podemos circular en quinta a un ritmo mucho más llevadero por parte del motor.
6. Los filtros también importan
Hemos hablado ya de la importancia de la limpieza del radiador y del sistema de refrigeración, pero como consejo final queremos acordarnos también de la importancia de mantener el resto de filtros del motor en buen estado. De estos filtros, el principal es el del aire. Un filtro limpio permite que el aire que entra al motor esté libre de polvo y suciedad, generando una combustión más eficiente y que no sobrecaliente el motor. Si en el motor introducimos polvo, tierra o suciedad, esto va a afectar a su temperatura de funcionamiento.
Lo mismo pasa con el resto de filtros, como los de aceite o combustible, que deberán estar siempre en buen estado, para garantizar ese funcionamiento fluido y eficiente del motor.