Mantener una trayectoria estable durante nuestros viajes en carretera es clave para nuestra seguridad. Por eso, los sistemas de control de estabilidad, conocidos como ESP, han ganado tal importancia que hoy día son obligatorios en los vehículos nuevos.
Si echamos un vistazo a las cifras de víctimas en carretera en España, encontramos un notable descenso de las mismas en los últimos años. Una reducción a la que han contribuido mejoras como las últimas novedades en seguridad que incorporan nuestros coches.
Entre estas medidas, se encuentra el sistema ESP. Lanzado originalmente en 1995 en el Mercedes Clase S W140, este sistema de seguridad es de gran ayuda para mantener el control de nuestro vehículo cuando su trayectoria no es la adecuada. Su importancia es tan elevada que se estima que el ESP es capaz de salvar en torno a 2.500 vidas al año.
Por todos estos factores, el ESP es obligatorio en el equipamiento de serie de todos los vehículos que se venden en la Unión Europea. Una medida que fue adoptada en el año 2014 y que, a la vista de los resultados, ha sido una buena idea. Para que sepas más de esta tecnología, vamos a analizar al detalle cómo funciona el ESP del coche y qué aporta a tu seguridad.
¿De qué estamos hablando?
Las siglas ESP corresponden a un sistema denominado Electronic Stability Program o Programa de Control de estabilidad. Casualmente, las siglas también coinciden con las de la denominación inicial de este sistema en alemán, de donde procede originalmente. Allí se le llamó Elektronisches Stabilitätsprogramm.
Como su nombre indica, el sistema consiste en un control de estabilidad, que se encarga de valorar en todo momento que el movimiento del vehículo se corresponde con la dirección real en la que el conductor está orientando el volante. En caso de que esto no sea así, el sistema toma las medidas correctoras necesarias para devolver al automóvil a su ruta de forma segura.
Esto nos lleva a preguntarnos si, igual que los frenos son un dispositivo de seguridad activa, el ESP también lo es. La respuesta es afirmativa, dado que el objetivo principal de este sistema es corregir esas trayectorias erróneas que pueden acabar provocando una colisión con un objeto, con otro vehículo o incluso acabar fuera de la carretera. Por tanto, su labor preventiva está más que clara.
Por cierto, aunque dentro del mercado se le conoce como ESP, lo cierto es que esta denominación varía en función del fabricante del vehículo. En los coches de BMW, por ejemplo, esta tecnología se llama DSC o Dynamic Stability Control. Por su parte, en los vehículos de Alfa Romeo se denomina como VDC, siglas de Vehicle Dynamic Control. Pero al final, el sistema es siempre el mismo.
¿Cómo funciona el ESP?
A fin de determinar la posición precisa del vehículo en cada momento, el sistema ESP consta de unas unidades de control situadas en diferentes elementos del vehículo. Uno de estos elementos son las ruedas, midiendo la posición, velocidad y ángulo preciso de cada una de ellas durante el rodaje. Lo mismo pasa con el volante, donde se incluye otro sensor con el que conocer tanto el ángulo de giro como la velocidad a la que se realizan esos giros. Con estos datos, el coche evalúa en cada momento que la dirección del vehículo se corresponda con la que debe.
Por otra parte, el sistema también cuenta con un sensor en el acelerador, que evalúa cuánto lo estamos pisando, o bien un giroscopio, que informa sobre si el vehículo intenta girar sobre su eje, como cuando se hace un trompo. El sistema se completa con sensores de aceleración lateral, con los que verificar si el giro de volante corresponde al desplazamiento que debería ejecutar. Todos estos elementos se conectan a una unidad de control, responsable de interpretar los datos y tomar decisiones.
En caso de producirse alguna discrepancia entre los diferentes sensores que hemos mencionado, el ESP toma el control del vehículo. Esto se percibe porque el testigo ESP se enciende, aunque si hace falta frenar veríamos activo el testigo del ABS y ESP encendido.
Veamos un par de ejemplos al respecto. Si el vehículo subvira en una curva, es decir, gira menos de lo que debería de girar, el ESP soltaría el acelerador y frenaría la rueda interior trasera, a fin de que podamos tomar la curva correctamente. Por el contrario, si el coche sobrevira, girando más de lo que le ordenamos, lo que haría es frenar la rueda exterior delantera, para recuperar la trayectoria y no cerrarnos por completo en dicha curva.
Desconectar el ESP
Aunque pueda parecer una locura, es posible que haya momentos en los que sea necesario desconectar el ESP. Uno de estos es cuando rodamos sobre nieve y las ruedas patinan. Si el ESP está activado, en este caso no podríamos movernos, dado que al primer patinazo el ESP frenaría las ruedas y nos impediría acelerar. Por eso, en situaciones como la presencia de nieve, hielo, arena o barro, es obvio que tendremos que desactivar el ESP, a fin de poder movernos. Durante este tiempo veremos el mensaje ESP OFF en el cuadro de mandos hasta que reactivemos el sistema.
Esto nos llega a un tema algo polémico respecto de desconectar el ESP. Y es que este sistema impide que los “conductores más avezados” puedan sacarles el máximo partido a sus deportivos y coches de alta gama. En este caso, la desactivación del ESP da un poco más de juego a la hora de tomar una curva con más fuerza o velocidad, siempre que se mantenga el control del vehículo. De todos modos, la buena noticia para estos conductores es que, en caso de pérdida de control, el ESP no suele anularse por completo, sino que queda latente. Por tanto, en caso de riesgo extremo, probablemente entre en acción.
No queremos cerrar este artículo sin comentar un par de cuestiones. Una de ellas es que el ESP no hace milagros, por lo que si tomamos una curva a velocidad excesiva y en un ángulo imposible, tenemos bastantes posibilidades de tener un susto. La otra es que el ESP depende del estado del vehículo, por lo que si los neumáticos no están bien inflados o las pastillas de freno están desgastadas, también aumentamos nuestro riesgo de accidente.
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